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El pueblo hoyBlanco, silencioso, humeante en las frías tardes de invierno, a uno y otro lado del Córcoles, su río, acurrucada una parte a los pies del cerro del Castillejo, sobre el que emergen las ruinas de un antiquísimo castillo y la majestuosidad de su impar ermita y descansando un poco, la otra parte, en la falda del cerro de camposanto, El Cañavate sorprende al viajero que por la carretera comarcal Nº. 3214 de Honrubia a Villarrobledo, entra o sale de la inmensa llanura de la Mancha. En
el partido judicial de San Clemente, al sur de la provincia de Cuenca, la
Villa de El Cañavate está ubicada junto a uno de los más
importantes nudos de comunicaciones terrestres. Por las autovías de
Valencia y de Levante, Madrid, Valencia, Alicante y Murcia están a
menos de dos horas de viaje. A 45 minutos Albacete y, en ese mismo tiempo
se llega a la ciudad de Cuenca por la Nº. 420.
Su término municipal se delimita el 9 de Febrero
por Reyes Católicos en agradecimiento por la ayudas prestadas
en la guerra contra el Marqués de Villena. El Cañavate deja de ser Aldea
de Alarcón, se le concede el privilegio de Villazgo y un término de 12.
000 hectáreas. Tras
la secesión de Atalaya del Cañavate en el año 1.635 y de Cañada
Juncosa en 1.835, su actual término municipal queda reducido a
3.619 hectáreas de tierras fundamentalmente calizas y arcillosas,
de desigual calidad. El
clima es extremado y la altitud media sobre el nivel del mar, 750 metros..
Limita con los términos de Cañada Juncosa, Honrubia, San Clemente y
Santa María del Campo Rus. La
propiedad está bastante repartida y dedicada al cultivo de cereales
y girasol, siendo el olivo puramente testimonial. La estructura agraria,
por tanto, se caracteriza por un mayor número de explotaciones no
superiores a 70 hectáreas , manteniendo se gracias al cultivo de
otras tierras en régimen de aparcería y, unas pocas explotaciones
con una extensión superior a 100 hectáreas. La
cabaña ganadera asciende a 2.000 cabezas de ganado lanar semiestabulado y
a unas 200 cabezas de ganado vacuno de engorde.. La
industria se limita a unos camiones de trasporte, una fragua, un bar y
pequeños comerciantes y albañiles. FLORA.-
La vegetación es subesteparia. Aliagas, tomillos y cantuesos ocupan las
zonas menos aptas para el cultivo de cereales. No obstante, en la década
de los ochenta se iniciaron algunas repoblaciones forestales con más de
pinos que encinas y en la actualidad las hectáreas repobladas superan las
cuatrocientas., El árbol, que durante muchos años pareció estar
proscrito del paisaje, empieza a verse en las cimas y laderas de los
cerros que circundan el pueblo. También en las calles y en los patios de
las casas del pueblo empezó a considerarse el árbol como algo
beneficioso, ornamental y necesario. FAUNA.-
Especies como la perdis roja, la liebre, el conejo, la vistosa e inquieta
abubilla, la urraca, el mirlo y el gorrión, afortunadamente, aún son
frecuentes en nuestro medio. Algunos ejemplares de lagarto verde, zorras y
pocas más especies de pequeñas aves. Ocasionalmente aún puede
oirse el cántico de la codorniz y, en las noches de verano,
el graznido del chorlito o el sisieo de la lechuza. Sin embargo la
avutarda, el águila perdicera, el gavilán, el vencejo, la totovía, el
mochuelo y algunas otras aves, han desaparecido prácticamente de nuestro
entorno. También el exquisito cangrejo autóctono, muy abundante en
nuestro río, quedó extinguido hace algunos años. HIDROGRAFÍA.- El nacimiento del río Córcoles se origina en las proximidades del Castillo de Garcimuñoz. Su escaso caudal, que durante muchos veranos llega a desaparecer a su paso por el pueblo, discurre por una amplia y fértil vega hasta el mismo punto en que se asienta el pueblo. Aquí las sierras que lo circundan forman un pequeño estrecho que favorece los desbordamientos habiéndose producido, ocasionalmente, devastadoras inundaciones. Histórico fue el desbordamiento del año 1.972, cuando las aguas alcanzaron una altura de 1´30 metros sobre el cauce del río. Para rescatar a personas en peligro la Guardia Civil se desplazaba con una barca neumática por encima de la carretera y los daños ocasionados en viviendas, granos almacenados y maquinaria fueron considerables. La canalización del cauce a su paso por el pueblo, hecha en 1.980, hará difícil que puedan repetirse tales situaciones. oooooOO000Oooooo
El despliegue industrial iniciado al final de la década de 1.950 y primeros años de la de 1.960; la mecanización del campo y los nuevos medios de comunicación, más que un cambio, originaron una revolución sin precedentes, dejando obsoletas viviendas, arraigadas costumbres, trabajos y modos de vida. Muchas familias han de abandonar el medio natural y social en el que habían crecido y educado, viéndose obligadas a afrontar formas de vida que diferían sustancialmente de la tranquilidad del medio rural, ocasionando desarraigos, ansiedades y algunos fracasos en la convivencia familiar y social. No obstante, no es menos cierto que buen número de emigrados e hijos de emigrados, con su iniciativa, con su trabajo y con su estudio, han sabido emprender prósperos negocios y ocupar puestos de alta responsabilidad tanto en la empresa privada como en instituciones públicas. En
muy pocos años, la población que en 1.958 era de 780 habitantes
desciende vertiginosamente y en el 2.000, con una edad media próxima a
los 50 años, son menos de 300 personas las que viven el pueblo. El
abrevadero del pocillo, cuyos restos aún se conservan y en donde con gran
tropel saciaban su sed en los días de verano, todas las mulas que
venían de trillar o de acarrear; la fuente y el lavadero publico del
Chorrillo, moteando de blanco las laderas de los cerros con la ropa
tendida al sol; la humilde y callada fuente de la Fontanilla,
el Arca, el Derramaor, el chirriar de la garrucha que ayuda a sacar el agua
del Pozo “Duz”[1], y la bucólica
e imborrable imagen de la lozana moza con el cántaro en la cadera,
desaparecen en 1.982 con la llegada del agua corriente. Juegos,
pasos, recuerdos e incipientes amores quedaron escondidos bajo el cemento
de las calles y las fantasmagóricas sombras del pasado se borran en 1.991
con el nuevo alumbrado público. La
maquinaria agrícola alivia y dignifica los insoportables y vejatorios
trabajos del estoico y curtido labrador, multiplicando su rendimiento. El
teléfono público llega en 1.960 y hoy está instalado en el 98% de los
hogares siendo indeterminado en número de teléfonos móviles. La
televisión muestra otras formas de vida y otras diversiones, no siempre
mejores. Con
el automóvil, las personas pueden trasladarse con rapidez y
conocer otras tierras, otros países y otras culturas. La
pensión de jubilación y la seguridad social proporcionan a las
personas mayores un merecido descanso y una mayor autonomía al no
tener que depender exclusivamente de la ayuda de sus hijos, aunque
la soledad suele ser frecuente inquilina de sus hogares. La
enseñanza es un valor en alza y, aunque la matrícula en la escuela
del pueblo es muy baja, los niños asisten obligatoriamente al colegio,
bien en Honrubia o en San Clemente, hasta los 16 años. Aumentó
considerablemente la cultura y hoy son muchos los jóvenes residentes en
el pueblo que han cursado y cursan carreras universitarias y de grado
medio. Afortunadamente, el pueblo y las gentes del año 2.000 son más libres e independientes, generalmente más cultas y muy diferentes en muchos aspectos, del pueblo y de las genes del inicio de la década de 1.960. Desafortunadamente, conocimos el desarraigo, desapareció la bucólica convivencia, la ayuda desinteresada, la algarabía infantil de los atardeceres y otros añorados valores que ya sólo son historia. |
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Autor de los contenidos:
Avelino Alfaro Olmedilla
Webmaster:
Miguel García |
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