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Mayos

Cuando la noche del 30 de abril se hace madrugada, el corazón y la voz de los jóvenes se hacían música y canción por las calles del pueblo y más, bajo las ventanas de las mozas en edad de merecer. Hoy, esta antiquísima y bella tradición apenas es un grato y vago recuerdo en las mentes de los mayores y un relato interesante y capaz de despertar la fantasía en el pensamiento de los más jóvenes. 
El nombre de estas rituales rondas, parece proceder de la antigua Roma, puesto que en estas fechas se celebraba la fiesta de la diosa Maia que simbolizaba el crecimiento y desarrollo de todos los vegetales y la fertilidad de la tierra. En España, la tradición de estos cantos hay quienes la datan ya en los siglos IX y X y, sin duda, una de las cantigas del Rey Alfonso X el Sabio, ya en el siglo XIII, empezaba así: "Ben vennas mayo, e con alegría...". Fiestas de indudable origen pagano que la iglesia fue cristianizando poco a poco, hasta el punto de que, mayo, fue un mes dedicado a la virgen y conocido, durante un tiempo, como el mes de María. 
Así se celebraba en nuestro pueblo: Un grupo de mozos, normalmente solteros, aunque no exclusivamente, acompañados de guitarras, laúdes, flautas, almireces y, para rascarla, alguna botella de anís, previa deliberación y ensayo, se dirigían a la puerta de la iglesia. Allí, en presencia de las autoridades y de numerosísimo público, el mayo se hacia oración y, con toda solemnidad, respeto, gratitud y pleitesía, se le cantaba a la más distinguida moza: la Virgen. A continuación, la comitiva se dirigía a casa del Alcalde. Se le cantaba al mayo a él y a su señora y, en agradecimiento, ofrecía una pequeña invitación a músicos y cantores que nunca olvidaban solicitar el correspondiente permiso para cantarlo por las calles del pueblo.
Cuando los primeros sonidos de las guitarras y el eco de las voces llegaban a los oídos de las mozas, su corazón, como el de un niño la noche de reyes, palpitaba de ansiedad e impaciencia y, si a su ventana llegaba la ronda, oculta tras la celosía, escuchaba y observaba atentamente a todos sus componentes. 
Situados bajo el balcón con el mayor de los silencios posibles, el cántico del mayo, expresión del lirismo popular, siempre respetuoso y galante, se desarrolla con la siguiente estructura: 

1º.- Para cantar, se solicita la licencia de la dama con estas bellas estrofas:
 

"Encarnada rosa
Flor de primavera
Los que a cantar vienen
Tu licencia esperan."
"Cuando no respondes
Cuando estás callada
Es señal que tengo
Tu licencia dada."

2º.- Seguidamente la canción hace un pormenorizado dibujo del cuerpo de la moza, ensalzando, y de qué manera, todas y cada una de sus partes.

"Con manos nerviosas
Estamos pintando
Tu cuerpo perfecto
Tu talle delgado" 

3º.- Con muchísima delicadeza se hace público el nombre del mozo que posee o sueña con sus amores.

"El mayo que quieres
Dímelo y descansa
Que el cantor no quiere
Agraviarte en nada". 

4º.- Termina el mayo con una apoteosis de piropos, capaz de erizar el bello y de ponerle la carne de gallina a la más lozana de las jóvenes.

"Adios, alelí
Adios, azucena
Adios, clavellina
Adios, rosa bella."

Se implora su bendición y en las folías que seguidamente entonan se solicita alguna vianda para la comida que los músicos y cantores celebraban al día siguiente. 
 
"Maja de galanes
Ya sólo nos falta
Una bendición 
De tus manos blancas".
"Folías a tu ventana.
Folías a tu balcón.
Folías a tu venta.
Echa el rollo y vámonos".

*** *** ***

En la actualidad, todo este galante ritual, más que un recuerdo, parece una fantasía extraída de algún autor romántico. Hoy, los jóvenes se relacionan con más camaradería, naturalidad, y sin necesidad de soñar con la silueta de su chica tras los visillos de un balcón. No obstante, y sobre todo cuando se acerca mayo, en el corazón de todos los jóvenes siempre, siempre, permanecerá un no estrenado rescoldo de romanticismo y el eterno fuego del amor.

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Autor de los contenidos: Avelino Alfaro Olmedilla              Webmaster: Miguel García
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